"Hoy ha terminado una era", dijo Joe Robbie, dueño de los Dolphins.
"Bob ha sido más importante para los Dolphins que cualquiera de nosotros", agregó Robbie, con lágrimas en los ojos. "De las más de 100 victorias que hemos conseguido en nuestros 15 años de vida, más de 90 se las debemos a él".
Era el 25 de junio de 1981, el día en que anuncié mi retiro como jugador.
Si me hubiera recuperado bien de la separación de hombro que había sufrido la temporada anterior, habría continuado un año más. Pero iban ocho meses desde que ocurrió la lesión, y seguía sin poder lanzar el balón de la manera en que yo quería lanzarlo. Así que tomé la decisión de ponerle fin a mi carrera. Y no estaba triste, ni enojado.
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Recluta Nº 4 global, draft de 1967 |
Estaba agradecido.
Si el problema en el hombro hubiera sucedido en mis primeros años, tal vez habría tenido algo de qué quejarme. Pero no ahora. Nada tenía para reprochar, después de haber sido parte de los Dolphins desde su segunda temporada de existencia, y haberlos ayudado a ser el mejor equipo de nuestro tiempo, y, tal vez por un año, el mejor equipo de todos los tiempos.
Haber durado 14 temporadas como profesional es una bendición, y se la debo en gran parte al entrenador Don Shula.
Él me transformó en un pasador de bolsillo. Yo jamás habría sobrevivido 14 años en la NFL, si hubiera seguido jugando como jugaba en Purdue.
A mí me parecía natural lo que hacía en Purdue; pero al mirar atrás, admito que era demasiado.
En uno de los duelos más recordados de nuestra clásica rivalidad con Notre Dame, completé 19 de 22 pases para 283 yardas y 3 touchdowns, y sumé 45 yardas en nueve acarreos, muchos de ellos para primeros intentos que mantuvieron series ofensivas con vida.
Me encargué de las patadas de despeje. En una de ellas encajoné a Notre Dame en su yarda 6, y en otra en la 7.
También ejecuté las patadas de salida. En una de ellas, el regresador se escapó, y logré tomarlo del tobillo para derribarlo y evitar el touchdown.
Fue en 1965. Ganamos 25 a 21, y cortamos una racha de 12 victorias consecutivas de los Fighting Irish.
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Con el balón, en Purdue vs. Notre Dame, 1965 |
Pero había otra cosa que hacía en Purdue, y esta sí la quería seguir haciendo en Miami: llamar las jugadas ofensivas.
Así que, cuando Shula fue nombrado entrenador en jefe de los Dolphins en 1970, lo primero que le dije fue que le pedía una sola cosa: que me dejara llamar las jugadas.
Él accedió, y a cambio me hizo prometerle que haría mis mejores esfuerzos por mantenerme en el bolsillo, y no andar escapándome y corriendo por ahí.
Le respondí: "Coach, déme un bolsillo que me proteja, y yo me quedaré allí".
Shula armó una línea ofensiva que sería dominante por años, con dos guardias intimidantes: Bob Kuechenberg y Larry Little.
A Kuechenberg lo trajo casi de la calle. Digo "casi", porque en realidad no era un desempleado cuando Shula lo contrató... pero casi. Estaba jugando en una liga semiprofesional: la Continental Football League. Su equipo eran los Chicago Owls.
Kuechenberg era un tipo malhumorado y difícil de tratar, pero cualquier mariscal lo habría elegido para que lo protegiera.
Little había llegado a Miami un año antes que Shula, proveniente de San Diego, en un canje por el esquinero Mack Lamb. No brilló demasiado en su primera temporada con nosotros, pero luego vino Shula y lo transformó en uno de los mejores guardias de la liga.
Cuando se encontraron en el campamento de entrenamiento previo a la temporada del '70, Shula le preguntó a Little: "¿Cuál es tu peso?"
"Alrededor de 285 libras", contestó el liniero.
"Te queremos en 265", ordenó el coach.
El rostro de Little se desencajó.
"He sido pobre en mi infancia", protestó, "pero nunca pasé hambre".
Su queja era en vano. Shula ya no lo estaba escuchando. Estaba dándole sus primeras órdenes a otro jugador.
En 265 libras, Little lograría una rapidez que ni él mismo había imaginado que era capaz de conseguir, y que sería fundamental para salir a bloquear en acarreos por afuera.
Durante ese campamento de entrenamiento llegó un centro novato a quien no le presté atención. Shula lo había contratado días después de que los Browns lo cortaran.
El chico logró quedar en el equipo, pero iba a tener que esperar un par de años para ser titular.
Su nombre era Jim Langer.
Ni Little ni Langer fueron reclutados en el draft, pero ambos llegarían al Salón de la Fama.
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