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Bell pensó por un momento que Hunt estaba en total bancarrota |
PARTE 3
Es extraño que un equipo abandone una ciudad inmediatamente después de ganar el campeonato de liga, pero Hunt pregonaba que cada propietario de la AFL, empezando por él, debía mirar a su franquicia ante todo como un negocio. Y los números del negocio no cerraban en la ciudad texana.
Es extraño que un equipo abandone una ciudad inmediatamente después de ganar el campeonato de liga, pero Hunt pregonaba que cada propietario de la AFL, empezando por él, debía mirar a su franquicia ante todo como un negocio. Y los números del negocio no cerraban en la ciudad texana.
"No hay nada de malo en Dallas", explicaba Hunt. "Lo malo es la situación que se creó allí con la llegada de la NFL".
La situación que se había creado a bordo del taxi no era tan mala, pero por un instante resultó incómoda.
Para seguir viaje, había que pagar 15 centavos, y Hunt le había preguntado a Bell si tenía monedas. Bell quedó desconcertado, y se produjo un silencio. Ante el gesto atónito del jugador, Hunt señaló con la cabeza en dirección al conductor: "La cuota... hay que darle el dinero al señor... ¿te importaría?"
"Ah, ah, no, no, claro, por supuesto, no hay problema", reaccionó Bell.
Mientras Hunt limpiaba sus anteojos, como si la escena de un dueño de equipo invitando a su novato recién contratado a abonar 15 centavos fuera lo más natural del mundo, Bell se retorcía en el asiento parar hurgar en sus bolsillos... al tiempo que hurgaba en su mente, aterrado de haber cometido un grave error.
"¿Qué he hecho?", cavilaba temeroso. "He rechazado a la NFL para unirme al equipo de este hombre... ¡y este hombre está quebrado!"
Hunt había perdido más de 1.2 millones de dólares en Dallas, antes de mudar a su equipo a Kansas City. Esa suma de dinero representaba una inmensidad en aquella época, incluso para un multimillonario. Pero Hunt no estaba quebrado, ni mucho menos. Sólo le gustaba viajar liviano.
Hunt y Bell se habían encontrado por casualidad en un vuelo a Nueva York, y Hunt le había propuesto a Bell tomar un taxi juntos al bajar del avión.
Luego del peaje, pagado por Bell, el taxi ingresó en Manhattan y se detuvo en el hotel de Hunt, que era el primero en el recorrido.
Hunt tomó su maleta, saludó al conductor y se despidió de Bell, sin desembolsar una sola moneda.
Si hubiera querido, Bell habría podido dar marcha atrás en su decisión de optar por la AFL. Legalmente, todavía estaba a tiempo. No había firmado papel alguno con Hunt. Lo único vigente entre ellos, tras un par de reuniones en Minneapolis --adonde Hunt, fiel a su costumbre de viajar liviano, había ido sin papeles para firmar--, era un acuerdo de palabra y un apretón de manos.
PARTE 4
A pesar de que en ese momento, a bordo de un taxi, los miedos y las dudas invadían su cabeza, Bell mantuvo su palabra y se unió al equipo de Hunt, que por entonces ya estaba instalado en Kansas City.
A pesar de que en ese momento, a bordo de un taxi, los miedos y las dudas invadían su cabeza, Bell mantuvo su palabra y se unió al equipo de Hunt, que por entonces ya estaba instalado en Kansas City.
El entrenador en jefe de los Chiefs seguía siendo el mismo que había estado en el cargo desde el inicio de la franquicia en Dallas: Hank Stram.
Al fundar la AFL, Hunt pensó que una buena estrategia para robarle algo de atención pública a la tradicionalista NFL, era exhibir un juego novedoso. Confió entonces las riendas de su equipo a Stram, quien venía de mostrar interesantes pinceladas de creatividad como asistente ofensivo en la Universidad de Miami.
Stram resultó ser un verdadero innovador. No sólo a la ofensiva, sino también a la defensiva.
Una de sus invenciones fue hallarle un nuevo lugar en el campo a Bell.
Aunque la realidad es que podría haber ubicado a Bell en casi cualquier lugar del campo.
A lo largo de su vida, Bell había jugado como mariscal, corredor, liniero ofensivo, liniero defensivo y en equipos especiales. Incluso había jugado básquetbol y béisbol, y aseguraba que, en el ranking de sus habilidades, el fútbol americano era "mi tercer deporte".
Stram decía que Bell "podía jugar en cualquiera de las 22 posiciones, y hacerlo bien. Si tuvieras un equipo completo de Bobby Bells, querrías ser entrenador para siempre.... y siempre ganarías".
La pregunta era en qué puesto serviría más a los Chiefs.
Stram entendió que ese puesto era el de apoyador externo.
Sucedió entonces algo que el fútbol americano profesional nunca había visto: un tipo con el porte de Bell, haciendo cosas que nadie de su tamaño había hecho antes. Por momentos presionaba al mariscal, por momentos se retrasaba en cobertura, y en general se movía por el campo a una velocidad inaudita para alguien de semejante envergadura.
Bell acumulaba capturas, tacleadas e intercepciones por igual, a un ritmo enloquecedor, y muchos lo consideran el máximo ejemplo histórico del defensivo híbrido, mezcla de DE y OLB, que impulsaría el desarrollo de la 3-4.
Tres años después de la llegada de Bell, los Chiefs estaban en el Super Bowl.
El sueño de Hunt, de disputar una gran final entre los campeones de las dos ligas, finalmente se materializó tras la temporada de 1966. Y el destino quiso que el primer representante de la AFL en disputar un Super Bowl fuera el equipo de Hunt.
Los Green Bay Packers, que venían de ganar el título de la NFL en cuatro de los últimos seis años, les dieron una paliza a los Chiefs en ese partido. Como admitiría Stram más tarde, su equipo no había madurado aún lo suficiente para un duelo de tamaña magnitud.
PARTE 5
Tras la derrota en el Super Bowl I, los Chiefs siguieron incorporando talento y perfeccionando su sistema. En 1967 tuvieron la segunda ofensiva más anotadora entre los entonces nueve equipos de la AFL, y la cuarta mejor defensiva en puntos permitidos.
Tras la derrota en el Super Bowl I, los Chiefs siguieron incorporando talento y perfeccionando su sistema. En 1967 tuvieron la segunda ofensiva más anotadora entre los entonces nueve equipos de la AFL, y la cuarta mejor defensiva en puntos permitidos.
En 1968, ya con 10 equipos en la AFL, Kansas City tuvo la tercera ofensiva más anotadora, y la mejor defensiva... por mucho.
La unidad permitió sólo 170 puntos en temporada regular, mientras que ningún otro equipo de la liga permitió menos de 230 puntos.
Hunt y Stram habían logrado ensamblar una defensiva que ese año envió a siete hombres al Pro Bowl, y más tarde enviaría a cuarto hombres al Salón de la Fama: Bell, el apoyador central Willie Lanier, el tackle defensivo Buck Buchanan y el esquinero Emmitt Thomas.
Pero los campeones de la liga ese año fueron los Jets, quienes luego darían la gran sorpresa al obtener el primer título de Super Bowl para la AFL, con la victoria sobre Baltimore.
Al año siguiente, la defensiva de estrellas de Kansas City volvió a apabullar a las ofensivas rivales. Admitió apenas 177 puntos en temporada regular, mientras que ningún otro equipo de la AFL admitió menos de 240 puntos.
El dominio defensivo se extendió los playoffs, con triunfos en casa de los Jets por 13-6 y en casa de los Raiders por 17-7.
Esos resultados pusieron a Kansas City en el Super Bowl IV.
El rival era Minnesota, que venía de una sólida campaña de 12-2 en la NFL, con 10 victorias consecutivas entre las dos derrotas, y cuya defensiva, con ese temible cuarteto de linieros defensivos conocido como los "Purple People Eaters", no tenía nada que envidiarle a la de KC.
Esa temporada, los Vikings habían permitido sólo 133 puntos, y además su ofensiva podía poner puntos en el tablero. Tres de las 10 palizas más abultadas que han propinado los Vikes en su historia llegaron en aquella campaña: 51-3 sobre Cleveland, 52-14 sobre Baltimore y 52-14 sobre Pittsburgh.
Frente a los Chiefs en el Super Bowl IV, los Vikings eran favoritos por entre 11 y 14 puntos en las casas de apuestas.
Para frenar a los "Purple People Eaters", Stram diseñó un plan de ataque basado en lanzamientos rápidos por delante de los esquineros, y mandó bloqueos dobles sobre Carl Eller y Jim Marshall.
"Enviamos dos hombres a bloquear a sus alas defensivas en nuestro juego de pases cortos", explicó Stram. "No queríamos que interfirieran con el vuelo del balón".
Para frenar a la ofensiva de Minnesota, Stram apostó por presionar constantemente al mariscal Joe Kapp.
"Ellos estuvieron muy activos en las trincheras", recordó Kapp. "Yo recibía el balón y todo lo que veía era un bosque rojo".
Los Chiefs se impusieron por 23-7, y el Jugador Más Valioso del SB IV debió haber sido algún defensivo del equipo ganador.
El problema es que no hubo una actuación individual en la defensiva de Kansas City que se destacara sobre el resto. Una solución era darle el premio a la defensiva completa, pero se optó por seguir con lo que se venía haciendo hasta el momento, y, por cuarta vez en cuatro Super Bowls, el JMV fue un mariscal.
Len Dawson recibió el honor, pese a haber completado apenas 12 de 17 pases para 142 yardas, con un touchdown y una intercepción.
Que el premio terminara en manos de Dawson, sin embargo, tenía una connotación especial.
En la semana previa al Super Bowl, en medio de la infaltable la guerra de palabras entre ambas ligas, el caso Dawson había sido utilizado por la NFL como el ejemplo perfecto de la diferencia de nivel entre una liga y la otra.
Dawson había fracasado en su intento de ganarse la titularidad con los Steelers y con los Browns, durante sus cinco años de estadía en la NFL, antes de ir a refugiarse a la AFL.
En la NFL se reían de que el hombre que había sido un oscuro reserva en esa liga, llegaba al Super Bowl como el conductor de los campeones de la AFL.
Hoy, Dawson está en el Salón de la Fama.
"Los Jets fueron los primeros en ganar un Super Bowl para la AFL", comenta Dawson, "pero nosotros probamos que lo que ellos habían logrado no era casualidad. Demostramos que estábamos a la par de la NFL. Ya nunca más nos llamaron 'la otra liga'. De hecho, yo creo que aquella temporada había otros dos equipos nuestros que podrían haber derrotado a Minnesota: los Jets y los Raiders".
Dice Bell: "Cuando los Jets vencieron a los Colts, cada persona en la AFL celebró. Pero fue un juego muy parejo, y el resultado estuvo en duda hasta el último cuarto. Nosotros, en cambio, dominamos por completo a Minnesota. Después del partido, parecía ridículo que hubieran dado como favoritos a los Vikings".
Antes de que terminara el juego, en las tribunas apareció un cartel que por poco hizo empañar los anteojos de Hunt: "Dallas Texans, por favor, olvidemos todo y vuelvan a casa".
Al día siguiente, un periódico texano presentaría la noticia del triunfo de los Chiefs con este comentario: "Bienvenidos a Dallas, ciudad natal del dueño de los campeones del fútbol americano profesional".
Para los propietarios de los demás equipos de la AFL, la victoria de su liga en el Super Bowl IV fue aún más sabrosa que la del año anterior.
Días después del partido, el entonces presidente de los Boston Patriots, Billy Sullivan, declaró: "No mucha gente comprende la enorme satisfacción que representa para los dueños de la AFL que uno de nuestros equipos haya vencido a los Minnesota Vikings en el Super Bowl. Fue grandioso para nosotros, por supuesto, cuando los Jets vencieron a los Colts, pero en ese caso no existía la subtrama, el profundo sentimiento que existe en contra de los Vikings".
"Si yo hubiera firmado con los Vikes, como todos pensaron que haría", recuerda Bell, "me habría ido derrotado y muy decepcionado en el Super Bowl IV".
Treinta años después, cuando Bell celebró su cumpleaños número 60, recibió en su casa un sobre, de parte de Lamar Hunt.
Dentro del sobre había una tarjeta de felicitación. Y algo más.
Quince centavos.
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