miércoles, 27 de febrero de 2013

Soy Bob Griese (Capítulo 5 -antepenúltimo-)

En el Mercy Hospital de Miami me informaron que tenía una fractura en la pierna derecha, además del tobillo derecho dislocado.
Morrall me comentó que East se le acercó durante el partido y le dijo: "Dile a Griese que no quise lastimarlo".
Yo no necesitaba una disculpa. Sé reconocer cuando hay mala intención, y la jugada de East no había sido sucia.
Morrall completó el partido ante los Chargers con dos pases de touchdown, y ganamos 24-10.

El destino del equipo quedaba en manos de Morrall

Pero la prensa nos daba por acabados.
"Griese fuera por la temporada", titulaban los diarios. "Se desvanece la ilusión de Super Bowl de Miami".
En la Semana 6 nos visitó Buffalo, y el escepticismo de los críticos pareció confirmarse, cuando los relativamente débiles Bills estuvieron a punto de irse del Orange Bowl con una victoria.
Morrall lanzó una intercepción y ningún touchdown, y ganamos agónicamente por un punto: 24-23.
Sin embargo, luego de ese susto, Morrall entró en confianza, Shula realizó los ajustes necesarios, y las cosas marcharon sin tropiezos el resto de la temporada regular.

domingo, 24 de febrero de 2013

Soy Bob Griese (Capíulo 4)


Shula tenía que tomar una medida peligrosamente impopular, de cara a la temporada de 1972.
El entrenador quería darle la titularidad a Morris sobre Kiick, pero temía generar una controversia en el vestidor.
En esto, el hombre clave era Csonka.
El fullback era amigo íntimo de Kiick, y eso era lo que más le preocupaba a Shula.
Si Csonka tomaba partido por Kiick, el entrenador iba a quedar en una posición incómoda, y la química del vestidor iba a verse amenazada.
En la semana previa al juego inaugural en Kansas City, cuando Shula dio a conocer la lista de titulares para enfrentar a los Chiefs, se hizo un silencio en el vestidor, al ver lo que estaba escrito: "QB 12 Griese, FB 39 Csonka, RB 22 Morris..."
Lo primero que hice fue mirar a Zonk.
Lo primero que él hizo fue rodear con su brazo los hombros de Kiick.
Más tarde vi a ambos conversando en voz baja. Me acerqué a ellos, dispuesto a mediar a favor de Shula, en caso de que estuvieran despellejando al entrenador.
Morris inició la campaña como titular ante los Chiefs
Lejos de eso, Zonk le estaba diciendo a su amigo que, si lo que ambos querían era ganar, no había mejor entrenador para ganar que el nuestro.
Esa escena quedará por siempre grabada en mi mente, no sólo porque significaba que el potencial conflicto estaba resuelto, sino porque me dejó ver la clase de gente que eran Csonka y Kiik.
No sólo siguieron adelante sin quejarse, sino que se preocuparon por hacerle sentir, al nuevo RB titular, que ahora la fraternidad de corredores ya no sería de dos, sino de tres.
Morris inició el juego contra los Chiefs, y Shula distribuyó la carga en forma matemática: por cada acarreo de Kiick le dio dos a Morris y tres a Csonka.

jueves, 21 de febrero de 2013

Soy Bob Griese (Parte 3)


Pese a las bromas de Zonk, Kiick también era un tipo duro. Lo vi jugar partidos en condiciones en que otros no se habrían levantado de la cama. Pero claro: cualquier dureza era poca, al lado de Csonka.
A Kiick todo le salía en forma natural, sin esfuerzo. Con su habilidad podría haber brillado en cualquier deporte. De hecho, él aseguraba que su especialidad era el básquetbol.
Decía que odiaba ejercitarse, y que no necesitaba estudiar.
"No sé absolutamente nada de fútbol americano", me comentó un día. "Siempre tengo miedo de que me pregunten algo que supuestamente debería saber, y que en ese momento todos descubran que no sé nada. Creo que el desarrollo de mi inteligencia se detuvo a los 17 años".
Kiick era talentoso por naturaleza
Csonka era exactamente lo opuesto. Le gustaba estudiar el libro de jugadas, y le encantaba el gimnasio.
Cuando estaba en Syracuse, un compañero le dijo a Csonka que podía fortalecer sus antebrazos golpeando objetos duros. Ese verano, el padre de Csonka llamó a Syracuse, rogando que por favor se llevaran a su hijo, porque estaba derribando las paredes de la casa.
Uno podía notar que Csonka disfrutaba en los entrenamientos, aunque, al igual que el resto de nosotros, consideraba que algunos ejercicios de Shula eran demasiado agobiantes.
"Vi una práctica de los Jets por TV", le dijo un día Zonk a Shula. "Ellos lo hacen sin equipamiento. ¿Por qué no podemos practicar como ellos?"
"Porque si practicáramos como ellos", le respondió Shula, "no ganaríamos".
Aunque discutían a menudo y en alto volumen, había un gran amor entre Shula y Csonka.
"Padre e hijo húngaros", los llamaba Kiick.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Crónica de una elección


En la temporada de 1981, dos años después de haber reclutado a Joe Montana, San Francisco superó a Dallas en el juego de Campeonato de la NFC.
A partir de ese momento, por el resto de la década de los '80, siempre con Montana como mariscal, los 49ers ganarían cuatro Super Bowls, y los Cowboys ninguno.
Lo peculiar de esta historia es que meses antes del draft de 1979, Montana tenía encandilados a los directivos de Dallas. Era el jugador que más rápido estaba escalando posiciones, en la lista de candidatos de los Cowboys.
Montana en la universidad, en 1978
Los 49ers, en cambio, ni lo miraban.
Los Cowboys no pudieron evitar mirarlo, porque lo tuvieron frente a sus narices en el Cotton Bowl de Dallas, aquella célebre tarde de enero del '79. Lo vieron tomar sopa en las laterales para combatir una gripa, bajo una de las peores olas de frío en la historia de Texas. Lo vieron remontar heroicamente una desventaja de 22 puntos en el último cuarto. Lo vieron lanzar un pase de touchdown en los segundos finales, para el agónico, inolvidable triunfo de Notre Dame sobre Houston por 35-34.
En California, mientras tanto, los 49ers estaban demasiado preocupados ante la cantidad de huecos que tenían en la plantilla. Acababan de cambiar de entrenador en jefe, y el recién llegado, Bill Walsh, había heredado un equipo deshilachado, que venía de una temporada de 2-14.
Walsh no tenía tiempo, ni cabeza, ni ganas de andar fijándose en un mariscal que dos años antes era apenas el QB Nº 3 en la plantilla de Notre Dame.

viernes, 8 de febrero de 2013

Soy Bob Griese (Parte 2)


La línea ofensiva que había armado Shula me daba tiempo en el bolsillo para hacer lo que más me gustaba hacer en el campo de juego: pensar.
Llegó un punto, bastante temprano en mi carrera, en que si yo sabía la cobertura que una defensiva utilizaría en una jugada, podía pensar una forma de vencerla.
Por eso me gustaba llamar las jugadas. Y por eso me iba a casa todos los días con películas de 16 milímetros de nuestro rival de esa semana, y las proyectaba sobre la pared de un cuarto vacío.
Mis tres hijos miraban maravillados, y yo les decía en voz alta lo que estaba pasando por mi cerebro.
"Miren lo que hacen estos tipos en tercera oportunidad. ¿Ven? Observen cómo se forman en tercera y largo. Ahí lo tienen. Vean lo que hacen dentro de la yarda 20, o lo que hacen frente a tres WRs, o frente a una formación de dos alas cerradas y dos receptores abiertos".
Lo que más me gustaba era pensar
En 1970, el primer año de Shula en Miami, logramos la primera temporada ganadora en la historia de los Dolphins.
Después de que el equipo compilara un récord de 15-39 en sus primeros cuatro años de vida, terminamos la temporada del '70 con marca de 10-4.
Eso nos puso en el segundo lugar de la división, y nos dio un boleto a los playoffs.
La AFL acababa de fusionarse con la NFL, y en el realineamiento de equipos nos había tocado la AFC Este, con tres viejos amigos de la AFL --Bills, Patriots y Jets--, y una potencia de la NFL: los Baltimore Colts.
Tal como los expertos preveían, Baltimore --el equipo al que Shula había convertido en dominante, con Johnny Unitas como mariscal-- se impuso en la carrera divisional del '70, frente a sus cuatro rivales de la ahora desaparecida AFL.
Nosotros fuimos eliminados en la primera ronda de playoffs por los Raiders de John Madden y Daryle Lamonica, y los Colts terminaron ganando el Super Bowl frente a los Cowboys.

martes, 5 de febrero de 2013

Soy Bob Griese (Parte 1)

(NPDS: Luego de ausentarme de manera imprevista ayer, hoy saldaré la deuda. Y comenzaré publicando uno de los primeros "Soy..." que fue por partes, el de Bob Griese, QB de los invictos Dolphins del 72-74. La segunda parte saldrá mañana, y la tercera el viernes)


"Hoy ha terminado una era", dijo Joe Robbie, dueño de los Dolphins.
Estaba hablando de mí.

domingo, 3 de febrero de 2013

Los inicios del Super Bowl (Parte 2)

Bell pensó por un momento que
 Hunt estaba en total bancarrota

PARTE 3
Es extraño que un equipo abandone una ciudad inmediatamente después de ganar el campeonato de liga, pero Hunt pregonaba que cada propietario de la AFL, empezando por él, debía mirar a su franquicia ante todo como un negocio. Y los números del negocio no cerraban en la ciudad texana.
"No hay nada de malo en Dallas", explicaba Hunt. "Lo malo es la situación que se creó allí con la llegada de la NFL".
La situación que se había creado a bordo del taxi no era tan mala, pero por un instante resultó incómoda.
Para seguir viaje, había que pagar 15 centavos, y Hunt le había preguntado a Bell si tenía monedas. Bell quedó desconcertado, y se produjo un silencio. Ante el gesto atónito del jugador, Hunt señaló con la cabeza en dirección al conductor: "La cuota... hay que darle el dinero al señor... ¿te importaría?"
"Ah, ah, no, no, claro, por supuesto, no hay problema", reaccionó Bell.
Mientras Hunt limpiaba sus anteojos, como si la escena de un dueño de equipo invitando a su novato recién contratado a abonar 15 centavos fuera lo más natural del mundo, Bell se retorcía en el asiento parar hurgar en sus bolsillos... al tiempo que hurgaba en su mente, aterrado de haber cometido un grave error.

viernes, 1 de febrero de 2013

Los inicios del Super Bowl (Parte 1)

Hunt y Bell, protagonistas de esta historia

PARTE 1
El taxi se detuvo en la cabina de peaje. El conductor levantó la vista hacia el espejo retrovisor. Esperaba que alguno de los dos pasajeros le diera los 15 centavos.
Pero los pasajeros no lo estaban mirando. Se estaban mirando entre sí.
La imagen estereotipada del millonario es la del hombre al que se le salen los billetes de los bolsillos. Pero el millonario que estaba dentro de ese taxi no era el típico millonario.