En el Mercy Hospital de Miami me informaron que tenía una fractura en la pierna derecha, además del tobillo derecho dislocado.
Morrall me comentó que East se le acercó durante el partido y le dijo: "Dile a Griese que no quise lastimarlo".
Yo no necesitaba una disculpa. Sé reconocer cuando hay mala intención, y la jugada de East no había sido sucia.
Morrall completó el partido ante los Chargers con dos pases de touchdown, y ganamos 24-10.
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El destino del equipo quedaba en manos de Morrall |
Pero la prensa nos daba por acabados.
"Griese fuera por la temporada", titulaban los diarios. "Se desvanece la ilusión de Super Bowl de Miami".
En la Semana 6 nos visitó Buffalo, y el escepticismo de los críticos pareció confirmarse, cuando los relativamente débiles Bills estuvieron a punto de irse del Orange Bowl con una victoria.
Morrall lanzó una intercepción y ningún touchdown, y ganamos agónicamente por un punto: 24-23.
Sin embargo, luego de ese susto, Morrall entró en confianza, Shula realizó los ajustes necesarios, y las cosas marcharon sin tropiezos el resto de la temporada regular.